–Le puedo asegurar, señor Leopoldo, que al menos en España y Portugal la Inquisición sigue en activo, camuflada ahora en la Congregación. Los conventos de clausura son, en realidad, cárceles y lugares de tortura. Más refinada ahora, claro, con métodos psicológicos y cosas así, pero igual de cruel y despiadada. Eso sí: siempre clandestinamente. ¿Me puede decir cuando ha inspeccionado a fondo alguno de esos anacrónicos centros un observador imparcial?
–¿Imparcial como usted, amigo Dosdías, que es un anticlerical recalcitrante?
–Claro que soy anticlerical, porque amo la verdad y la libertad. Porque creo que la disciplina, la obediencia, el miedo al castigo y la fe, sí la fe, degradan al hombre. Y esos son los pilares de la Iglesia por más que hablen de amor, caridad y otras monsergas.
–Es usted incorregible: aprovecha cualquier ocasión para dar un mitin.
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