domingo, 27 de noviembre de 2011

Llamada urgente


Un momento. Me llaman por el fijo. No cuelgues.
Jasón dejó su diminuto móvil sobre la mesa y cogió el vetusto teléfono negro que había a su derecha.
Dígame.
Escuchó un momento y meneó levemente la cabeza con un gesto de desagrado.
A sus ordenes, comandante. Ahora mismo voy para allá.
Después de colgar el pesado aparato se quedó unos segundos mirando el techo antes de volver a coger el móvil.
Clara, perdona. Era el comandante. No sé qué tripa se le habrá roto ahora pero tengo que ir a su apartamento. Inmediatamente, ha insistido. No entiendo por qué tanta urgencia.
Sin dejar de escuchar se levantó y abrió el armario.
No, no estoy de servicio. Pero no me puedo negar. Ya te he contado como es mi jefe y mi trabajo. Lo siento mucho, para mí también es un fastidio.
Con su mano libre descolgó una chaqueta.
Y yo, ya lo sabes. Se me va a hacer eterna la semana que falta para mi permiso. De todas formas te llamó mañana.
Cerró la puerta del armario.
Adiós. No dejo de pensar en ti.
Jasón apagó el móvil, lo tiro sobre la cama, se puso la chaqueta y salió.

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