-¿Nos
conocemos?
-Tenemos
un amigo común.
-¿Waldo?
-Sí.
-¿Está
vivo?
-Desde
luego. Le encontré en un pueblo de la sierra el día que cayó la
jodida cruz.
-¿Está
bien?
-Bueno.
Estaba hecho una pena. Pero es fuerte, se va recuperando. Ya nos
ayuda a montar el equipo de sonido.
–¿Cómo
puedo verle?
–De
momento prefiere no dejarse ver. Teme que intenten asesinarle. Mañana
nos vamos de gira por Europa. Se viene con nosotros. Te llamará si
es necesario –Charlie le entrega un móvil a Lopes–, pero a este
móvil, Waldo piensa que el tuyo puede estar intervenido.
–¿Por
qué tengo que fiarme de ti? Eres americano y no hay en el mundo
asunto turbio en el que la CIA no esté metida.
–No
me insultes, odio a esa gente tanto como tú o más, porque los tengo
más cerca. De todas formas, no te he preguntado nada, no te pido
nada. Lo único que tienes que hacer es conservar ese móvil, ¿qué
puedes perder?
No hay comentarios:
Publicar un comentario