sábado, 11 de diciembre de 2010

La huida


-Catalina, me voy del convento.
-¿Qué estás diciendo? Sabes que es imposible, no te permitirán salir.
-Por la puerta desde luego que no, pero tengo otros planes: saldré entrando por una ventana. Salir entrando, parece un acertijo ¿no?
-Te vas con él, ¿verdad, Clara?
-Me voy, punto. Lo que pase después…
-Después yo me moriré de pena. No podré aguantar esto sin ti.
-No llores. Yo tampoco quiero dejarte.
-Pero te vas.
-Y tú conmigo.
-¿Cómo? ¿Y él? ¿Qué va a decir él?
-No lo sé y no me importa. Tendrá que aceptar las cosas como son. Al fin y al cabo, es sólo un sueño, una fantasía, lo mismo que yo para él. En cambio tú eres de carne, mi carne.
Una semana después Lopes izó dos sombras hasta su ventana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario