–Me da igual las veces que lo haya contado. Repítame lo que vio.
–Como le he dicho a su compañero salí de mi oficina al escuchar los disparos…
–¿Cuántos?
–¿Disparos? Creo que… cuatro. Sí cuatro.
–Bien. Salió de la oficina ¿y?
–Vi a los dos curas tirados en el suelo y al policía chorreando sangre por el pie que se arrastraba hacia la salida…
–¿Por qué sabe que era policía?
–Hombre. Por el uniforme.
–¿Así que era un policía uniformado?
–Claro. Le ayude a llegar al vestíbulo y entonces apareció el otro…
–¿También uniformado?
–Sí, desde luego. Me empujó de mala manera, agarró como pudo al herido y se lo llevó a rastras hasta el coche patrulla que tenían en la puerta. Arrancó y salieron a toda hostia. Justo en ese momento llegaron los policías de la comisaría de aquí, de la estación, y les conté lo mismo que ahora a usted.
No hay comentarios:
Publicar un comentario