–¿Y
bien…?
Lopes
sacó de la cartera el disco duro y la carpeta verde de Waldo. Los
puso sobre la mesa.
–Esto
es lo que recogí en casa de Waldo.
La
sonrisa de El Mona no había cambiado después de tantos años.
–Estaba
seguro de que podía contar contigo.
–Y
yo espero no equivocarme confiando en ti.
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