lunes, 28 de noviembre de 2011

Manteca


¡Nadie sabe como ha sido, pero la cruz ya se ha caído!
Durante todo el concierto, el escaso pero entusiasta público no había dejado de corear esa cantinela después de aplaudir cada tema. Golden Gate Mambo era un grupo instrumental; los micros de voz sólo los utilizaban para presentar el próximo número o dar algún que otro grito para animar el cotarro. Pero en su segundo bis, en la improvisación final de “Manteca”, Charlie Ramírez, con su voz rota por el humo y el alcohol, se lanzó a incorporar aquel estribillo al ritmo enloque­cido de la banda.
¡Ay, mami, que tú no sabes como ha sido, pero la jodida cruz por fin ha caído!¡Cayó, cayó, cayó, la cruz ya se jodió!¡Esa cruz ya no la levanta ni Franco ni su panda!
Fue la versión de “Manteca” más larga de la historia de la música: una catarsis colectiva de músicos y espectadores.
Charlie entró en los vestuarios del campo de fútbol, que utilizaban como improvisados came­rinos, sudando como un pollo y feliz como un niño. Su humor cambió instantáneamente cuando vio aquel espectro con su chupa puesta.
¡Eh, tú, pendejo! Quítate ahorita mismo ese saco o te parto el alma, cabrón.
Por favor, espera un momento. Déjame que te explique. No quería robarla, pensaba devolvértela. Pero necesito ropa –suplicó Waldo mientras se quitaba la chupa.

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