lunes, 28 de noviembre de 2011

El móvil


Una luz leve, quizás una vela, se encendió en la ventana del edificio que dominaba el huerto: era nuestra señal tácita.
Como otras noches abandoné mi celda y salí al huerto. Ya estaba húmeda cuando llegué al centro. Apenas me había quitado la toca cuando se intensificó la luz en la ventana y un hombre, mi amante a distancia, se asomó. Me quedé desconcertada, aquello no era lo habitual. Él lanzó algo parecido a una pelota que rodó hasta mis pies. Lo recogí, era una bola de gomaespuma con un poco de celo alrededor. Lo abrí, dentro había un móvil. En cuanto lo tuve en la mano se encendió y empezó a vibrar. Apreté la tecla de comunicar y me lo acerqué al oído.
¿Sí?

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